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LEUCATE. OSTRAS, CASAS DE COLORES Y MUCHAS COSAS MÁS.

14 oct 2020


Nos encanta viajar y nos encanta la gastronomía. Así que cuando hacemos alguna escapada intentamos que estas dos razones sean las principales.  



Esta vez la excusa perfecta para visitar la vecina Francia eran las ostras. Ya el año pasado subimos hasta Gruissan para visitar sus salinas de color rosado y comer ostras. Y ahora le tocaba el turno a Leucaté y su laguna ostrícola. 


Habíamos visitado esta zona hace unos veinte años, fuimos con la falmilia a coger tallarines a unas lagunas que nos llevaron unos amigos franceses, y queríamos volver con los niños. 



 


Leucaté es un precioso pueblo con casas de colores pastel que te invitan a pasear. Sus plazas están rodeadas de flores por todas partes y por supuesto hay una gran cantidad de preciosas terrazas en las que tomarte algo al tiempo  hacer alguna acuarela mientras haces el aperitif. 

El pueblo es realmente pequeño y la excusa perfecta para hacer hambre hasta la hora de comer. 





Después de recorrer el pueblo, hay que dirigirse al puerto de Leucaté (centro ostrícola) que está al costado de la laguna. Una laguna donde descansan las bateas de ostras y mejillones. 


Realmente es un lugar sorprendente!! Unos trescientos metros de calles repletos de locales que ofrecen ostras, caracoles, mejillones, almejas, langostinos y erizos (cuando es la época). Son locales humildes y sin pretensiones, no os esperéis el colmo del lujo, pero el producto está realmente fresco y rico.





Lo más curioso es que en la parte trasera de los restaurantes (algunos tienen terrazas donde degustar el producto), da directamente a la laguna. Y tienen sus barcas aparcadas detrás con las que van y vienen a las bateas. Por un momento te trasladas a los mercados flotantes de Asia!!. Es increíble ver las barcas descargando las ostras y el resto de moluscos para ponerlas en los viveros a la espera de ser desgustadas. 


Eso si, tened en cuenta que no suelen haber cocinas en dichos restaurantes, lo único que te ofrecen cocido son los langostinos y los caracoles, el resto está todo crudo. En nuestro caso no es ningún problema porque a nuestros hijos y a nosotros nos encanta el marisco y el pescado crudo. Normalmente el marisco viene acompañado de pan y mantequilla. Y una corta carta de vinos. 


Ya sabéis que en Francia se come bastante pronto en comparación a nuestros horarios, pero eso no es ningún problema ya que tienen horario ininterrumpido de siete de la mañana a nueve de la noche.  


 


Nosotros probamos las ostras, con ese sabor característico de las ostras de esta zona a avellanas. Los langostinos gordos y jugosos. Los caracoles deliciosos. Lo único que sigue sin convencernos son los mejillones crudos, pero es ya tema de gusto personal. 


Y lo mejor de todo, es que puedes comprar el producto fresco y disfrutarlo en casa.


 

 


Nos quedaron muchas cosas por ver: las playas, las zonas de kitesurf, alguna de las bodegas cercanas ... pero no hay mejor excusa para volver!!


3 comentarios:

  1. ME HA ENCANTADO TU BLOG

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  2. Muchas gracias por la información!

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  3. Limpiar nuestros pueblos es un deber compartido. Preservar la belleza natural y el entorno saludable promueve el orgullo comunitario, mejorando la calidad de vida y fortaleciendo la comunidad.

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Gracias por dejar tu comentario. Gracias a ti todavía estoy aquí!!

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