Y llega un día en el que te sientes como si de un tortazo te sacaran de tu zona de comfort. Y no, no es nada agradable. Es una mezcla de sensaciones horrorosa.
Así me sentí a primeros de marzo, cuando después de quince años trabajando en el mismo lugar, mi vi en la calle de un día para otro. Sin una preparación, sin una pista y casi sin un porque.
Y es que al final por mucho que no queramos darnos cuenta, nadie es prescindible. Te creas una rutina y parece que nada va a cambiar. Pero todo cambia y mucho.
De la noche a la mañana me vi despojada de esa seguridad que te da la rutina. Dolor, incredulidad, estupor, sensación de inseguridad y miles de sentimientos que no sabes como gestionar.
Luego poco a poco, y gracias a todos los que me rodean y me quieren, me he dando cuenta de que no todo es negativo, que tal vez es el momento de parar y escucharme. Escucharme después de diez años corriendo como pollo sin cabeza y ser la última prioridad de mi vida. Pensar en que es lo que realmente quiero hacer con el resto de vida. Darme una oportunidad de hacer lo que siempre he querido.
He pasado estos meses, dándole vueltas sin parar a la cabeza. Y disfrutando de los míos, que ya me tocaba.
Este septiembre vuelvo a lo grande, con ganas de comerme el mundo y con mil y un proyectos en la cabeza. ¿Te quedas conmigo? ¿Tienes ganas de saber más? os voy a ir contando poco a poco.
De momento, vuelvo al blog con esta deliciosa receta, por si queréis endulzar lo poquito que nos queda del verano.
Cake marmoleado con cobertura de chocolate
Ingredientes:
380 gr de harina
500 gr de azúcar
130 gr de cacao en polvo
190 gr de agua
5 huevos grandes
320 gr de mantequilla temperatura ambiente
120 ml de leche entera
320 gr de mantequilla temperatura ambiente
120 ml de leche entera
3 gr de sal
8 gr de levadura en polvo
4 gr de bicarbonato
1 cucharada de pasta de vainilla
Ingredientes de la cobertura de chocolate:
120 gr de chocolate de cobertura
120 gr de nata
Elaboración
Engrasamos nuestro molde.
Ponemos a precalentar el horno a unos 180 grados.
Tamizamos la harina, la levadura en polvo, el bicarbonato y la sal. Reservamos
En otro bol mezclamos 100 gr de azúcar, el cacao en polvo y el agua y mezclamos bien. Reservamos también.
En otro bol ponemos el resto del azúcar y la mantequilla. Lo batimos hasta que esté todo integrado (más o menos unos dos minutos). Añadimos la vainilla y seguimos batiendo.
Vamos echando los huevos de uno a uno ligeramente batidos, y no añadimos el siguiente hasta que se haya mezclado perfectamente.
Incorporamos la harina en tres tandas, alternando con la leche, que también la añadiremos en tres tandas. Empezando siempre por la harina.
Separamos la masa en dos partes y a una de ellas le añadiremos la mezcla del azúcar y el cacao en polvo, batiendo bien para que queden ligadas.
Una vez que ya tenemos las masas preparadas cogemos nuestro molde y vamos añadiendo una cucharada de cada masa alternativamente. Normalmente para que las capas sean más fluidas, con una brocheta de madera (y una vez incorporada la totalidad de las masas) lo mezclo todo con mucha suavidad, así el corte es mucho más bonito.
Lo horneamos unos 60 minutos (ir vigilando porque cada horno es un mundo) y ya sabéis que para saber si está perfectamente cocido solo tenéis que introducir un palillo y si sale seco ya lo podéis retirar del horno.
Lo dejamos enfriar en la rejilla y pasados quince minutos le damos la vuelta hasta que se enfríe del todo y podemos desmoldar.
Mientras tanto vamos preparando nuestra cobertura.
Ponemos en un cazo a fuego medio la nata cuando empiece a hervir echamos en chocolate cortado en trocitos pequeños y removemos enérgicamente hasta que se haya desecho. Lo dejamos entibiar un ratito y lo podemos echar por encima de nuestro bizcocho una vez desmoldado.
Y ahora llega lo mejor de la receta ... a disfrutar!!
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